APITERAPIA PICADURAS QUE CURAN

[Ana]

09/02/09

Picaduras que curan

Reuma, ciática, artrosis, lumbago, psoriasis, depresión... Son algunas de las dolencias que pueden ser tratadas con la apiterapia, una práctica en aúge en España que consiste en utilizar el veneno de las abejas.

Ya lo dijo Einstein: "Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida, porque sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres ".

Pues bien, parece que ahora lo tenemos más claro que nunca. Y es que, al menos a juzgar por el aumento en el número de personas que, en todo el mundo, deciden tratarse sus dolencias con el veneno de estos insectos, parece que las abejas están de moda.

La práctica se llama apiterapia, y consiste en utilizar el veneno de las abejas para el tratamiento de las enfermedades, teniendo en cuenta la teoría de meridianos y puntos para su aplicación. Y es que el veneno de abeja tiene unas cualidades excepcionales y es, por ejemplo, 500.000 veces más fuerte que cualquier otro antibiótico conocido.

Pero hay más, el tratamiento con veneno de abeja tiene indicaciones analgésicas y antinflamatorias, favorece la circulación, es anticoagulantes, baja la tensión arterial, sube las defensas, eleva los componentes de la sangre, tiene funciones de vacuna y defensa y está indicada en todo tipo de lesiones, accidentes, y procesos degenerativos, tratamiento de huesos, artrosis, reuma, esguinces, fracturas o hernias discales.

La acción curativa que producen las picaduras se debe a los componentes del veneno de abeja, fundamentalmente a la melitina, un polipéptido, y la aplicación de su veneno ha dado magníficos resultados en el tratamiento de reuma, ciática, artrosis, lumbago, psoriasis o hipertensión arterial, incluso se ha mostrado eficaz en el tratamiento de la depresión y el sida.

"Me cambió la vida"

Es el caso de Teresa, que ahora tiene 46 años y llevaba padeciendo dolores articulares desde 2004: "Me diagnosticaron artritis reumatoide. Comencé a tomar la medicación prescrita por el reumatólogo, pero ni los antiinflamatorios ni la medicación me calmaban los dichosos dolores. Me hablaron de la apiterapia, pero me echaba para atrás pensar en el dolor de la picadura. Un buen día me pico una abeja y me cambió mi vida, sentí que los dolores ya no estaban. Pero meses después empezaron de nuevo los dolores y me decidí por la apiterapia. Me dí cuenta de que la artritis reumatoide dolía más que el pinchazo de las abejas. Por eso quiero que los que tienen miedo a las abejas dejen de tenerlo y se animen a curarse con ellas. Ahora estoy fenomenal. A la segunda o tercera sesión, me desanimé un poco, pues mis dolores empeoraban, tenia mucha tristeza, pero a esto se le llama fase de curación y sus continué. Ahora y después de tres meses ya sin picaduras de abejas, puedo asegurar que funciona, que te cambia la vida".

Montserrat, de 29 años, también se ha tratado con veneno de abejas para intentar superar la esclerosis múltiple que sufre: "En un año de tratamiento y picándome yo misma desde la tercera visita, dejé la medicación (Interferon), me mantengo en pie con los ojos cerrados, cosda que antes no podía; ya no tengo ni los pies ni las poiernas moradas y puedo realizar sola actividades que antes ni me planteaba. Tengo más masa muscular y los músculos más duros, no me canso tanto al andar, puedo estar más tiempo con gente sin que me afecte la enfermedad; puedo escribir y antes no, estoy más animada y controlo la micción. Estoy más sana, y se nota".

El tratamiento es sencillo. Basta con ponerse en manos de un especialista que valore la cantidad de veneno que debemos recibir y la duración del mismo. Para actuar, el apiterapeuta, ayudándose con una pinza metálica, toma por el tórax a la abeja obrera, que tiene entre quince y veinte días de vida y dirige el aguijón hacia el punto previamente seleccionado e insensibilizado. Luego hace una suave presión sobre la piel para que se clave, y se retira rápidamente a la abeja que deja su glándula del veneno, con la otra mano se saca el aguijón con una pinza fina cuidando de no tocar la glándula.

El aguijón o lanceta de la abeja sirve de jeringa natural y estéril para inyectar microdosis de veneno, y este veneno se encarga de hacer el resto.


Fuente:Puntéa aquí